Desde Munilla, en la Rioja, se alcanza el pueblo de Larriba por la carretera que lleva hasta Zarzosa primero y se continua por una pista de montaña. Se remontan casi 500 metros en los 10 kilómetros del trayecto. Desde este enclave, a más de 1000 metros de altitud, se divisan los bosques de roble que rodean el pueblo y las sierras que se extienden hasta el valle del Ebro. Larriba, en la cuenca del Cidacos, es un pueblo abandonado de la comarca de Cameros. A partir de este punto iniciamos la marcha hasta Torremuña. Es este otro pueblo abandonado de la misma comarca, aunque del valle contiguo, el del río Leza. Salimos por detrás de la iglesia y un camino de hierba nos lleva hasta la pista; subimos por ella y, tras atravesar un bosque de pinos de repoblación, se llega a la crestería donde se ha instalado un parque eólico. Sin perder la pista, y en dirección a Nido Cuervo, la parte más alta, encontraremos más adelante un cruce; a esta altura, un poco antes del cruce, veremos -señalizado con los colores blanco y rojo de los GR- el camino de herradura que va hasta Torremuña. Estamos en la explanada del Collado de la Dehesa. Aquí pastan, en idílica imagen, las yeguas con sus potros. Ya por la senda, se entra en un bosquecillo de hayas, robles y arces; se dejan al lado fuentes y abrevaderos. Al abrirse el bosque aparece imponente la iglesia en ruinas presidiendo el pueblo fantasma de Torremuña; las casas que quedan en pie están más abajo en el barranco. De vuelta, se echa encima, amenazante, la tormenta. Arrecia la lluvia y hay que apresurar el paso hasta Larriba.
[En los ribazos de los caminos y en los setos florecen en esta época los rosales silvestres; en los prados, donde el ramoneo es más intenso, alguno de estos arbustos se ve como un pequeño árbol. No hay bayas todavía: los escaramujos (tapaculos) maduran en otoño. Las flores amarillas de las aulagas están en todas partes]