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La laguna de Gallocanta es la Meca de los ornitólogos en España. El hecho insólito de contemplar en un único espacio miles y miles de grullas, bien lo justifica. Gallocanta es el nombre de uno de los pueblos de los márgenes de la laguna. La zona se encuentra al sur de la provincias de Zaragoza y Teruel, cerca de Guadalajara, en las estribaciones del Sistema Ibérico. Desde Madrid se accede por la nacional II y luego por la A-202. Al llegar a la última bifurcación que lleva a Gallocanta, queda a la izquierda otra laguna, la Zaida; la parte de tierra que ocupa esta segunda laguna se cultiva en años alternos y para ello existe un sistema de compuertas que regula la entrada del agua, desvíandola si es el caso hacia la de Gallocanta.
La mejor atalaya para ver la laguna grande de Gallocanta y sus alrededores está en las ruinas del castillo de Berrueco al que se accede a pie desde este mismo pueblo; por detrás queda la Sierra de Valdelacasa que flanquea la laguna por su parte oriental. Desde el castillo se ven los tejados de las casas, la iglesia con su torre octogonal, los pueblos, de Gallocanta a un lado, y al otro, Tornos, Bello y Las Cuerlas; en medio queda mansa la laguna.
Ni los mapas ni las búsquedas previas en Internet mitigan la sensación de sorpresa que produce este mar interior en plena estepa. La vista de las primeras grullas en las tierras de labor, a pocos metros de la carretera, es un anticipo del goce que nos aguarda. Las grullas, enormes y de elegante porte, andan ajenas al interés que suscitan. Al atardecer, se escuchan los sonidos de las bandadas que se acercan a la laguna, más tarde aparecerá la inconfundible formación en uve que se desvanece en los carrizales.
http://www.gallocanta.org/fotos.htm
La mejor atalaya para ver la laguna grande de Gallocanta y sus alrededores está en las ruinas del castillo de Berrueco al que se accede a pie desde este mismo pueblo; por detrás queda la Sierra de Valdelacasa que flanquea la laguna por su parte oriental. Desde el castillo se ven los tejados de las casas, la iglesia con su torre octogonal, los pueblos, de Gallocanta a un lado, y al otro, Tornos, Bello y Las Cuerlas; en medio queda mansa la laguna.
Ni los mapas ni las búsquedas previas en Internet mitigan la sensación de sorpresa que produce este mar interior en plena estepa. La vista de las primeras grullas en las tierras de labor, a pocos metros de la carretera, es un anticipo del goce que nos aguarda. Las grullas, enormes y de elegante porte, andan ajenas al interés que suscitan. Al atardecer, se escuchan los sonidos de las bandadas que se acercan a la laguna, más tarde aparecerá la inconfundible formación en uve que se desvanece en los carrizales.
http://www.gallocanta.org/fotos.htm
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