domingo, 22 de mayo de 2011

Desde el valle del Cidacos al valle del Leza














































Desde Munilla, en la Rioja, se alcanza el pueblo de Larriba por la carretera que lleva hasta Zarzosa primero y se continua por una pista de montaña. Se remontan casi 500 metros en los 10 kilómetros del trayecto. Desde este enclave, a más de 1000 metros de altitud, se divisan los bosques de roble que rodean el pueblo y las sierras que se extienden hasta el valle del Ebro. Larriba, en la cuenca del Cidacos, es un pueblo abandonado de la comarca de Cameros. A partir de este punto iniciamos la marcha hasta Torremuña. Es este otro pueblo abandonado de la misma comarca, aunque del valle contiguo, el del río Leza. Salimos por detrás de la iglesia y un camino de hierba nos lleva hasta la pista; subimos por ella y, tras atravesar un bosque de pinos de repoblación, se llega a la crestería donde se ha instalado un parque eólico. Sin perder la pista, y en dirección a Nido Cuervo, la parte más alta, encontraremos más adelante un cruce; a esta altura, un poco antes del cruce, veremos -señalizado con los colores blanco y rojo de los GR- el camino de herradura que va hasta Torremuña. Estamos en la explanada del Collado de la Dehesa. Aquí pastan, en idílica imagen, las yeguas con sus potros. Ya por la senda, se entra en un bosquecillo de hayas, robles y arces; se dejan al lado fuentes y abrevaderos. Al abrirse el bosque aparece imponente la iglesia en ruinas presidiendo el pueblo fantasma de Torremuña; las casas que quedan en pie están más abajo en el barranco. De vuelta, se echa encima, amenazante, la tormenta. Arrecia la lluvia y hay que apresurar el paso hasta Larriba.



[En los ribazos de los caminos y en los setos florecen en esta época los rosales silvestres; en los prados, donde el ramoneo es más intenso, alguno de estos arbustos se ve como un pequeño árbol. No hay bayas todavía: los escaramujos (tapaculos) maduran en otoño. Las flores amarillas de las aulagas están en todas partes]

miércoles, 18 de mayo de 2011

En los Picos de Europa y hacia los Horcados Rojos









































Los farallones que circundan el paraje de Fuente De resultan imponentes. El teleférico sortea los centenares de metros que separan los prados de abajo de la cresta de piedra en lo alto.



Desde el Mirador del Cable y por la pista que lleva hasta Sotres se llega pronto a un recodo en el que aparece a la izquierda un camino más estrecho. Se nos muestra una subida leve que se adentra en la montaña. Está señalizado y a lo largo veremos los trazos blancos y amarillos que nos servirán de guía hacia los Horcados Rojos. El camino se hace cada vez más angosto y pedregoso. A cada vuelta aparece un paisaje más bello. Al principio, la ascensión nos permite ver unos lagos. Luego, aparecen las fantásticas paredes de roca caliza de tonos grises y en ocasiones rojizos. Y los picos. Picos y penachos cubiertos de nieve. De manera imperceptible atravesamos neveros y nos vemos rodeados de mucha nieve. El camino ha desaparecido y quedan las huellas de las pisadas previas como única señal. Se llega a un collado en donde se bifurca la senda, por un lado a Peña Vieja y por otro a los Horcados Rojos. Se echa la niebla y se levanta. Y cuando se levanta se divisa a lo lejos el resplandor metálico de Cabaña Verónica. Revolotean elegantes las chovas.

El Camino Schmidt

















El Camino Schmidt es fácil, dicen. Hacía tiempo que deseaba recorrer esta ruta de la Sierra de Guadarrama. En una ocasión me quedé a las puertas, la lluvia y la niebla lo impidieron. Me guarecí entonces en la Venta Arias. Un año después recorrería este camino entre Navacerrada y Cercedilla.



En realidad la excursión comienza con la sola idea de echarse al monte. Ya en Cercedilla, el tren eléctrico de montaña que nos subirá a Navacerrada anticipa la aventura. En este punto comienza la marcha a pie al lado del telesilla del Escaparate. Allí se encuentra la señal del camino que pronto se adentra en un bosque de pinos. El recorrido por este primer tramo, de subidas y bajadas suaves, se hace apacible y no presenta mayores dificultades. Se ven fuentes y arroyos; y cuando se abre el bosque se disfruta de las impresionantes cumbres de la Sierra de Guadarrama. Al final de un repecho se llega al Collado Ventoso. Aquí el bosque se aclara y aparece una pradera donde todo invita a hacer un primer descanso. La senda se pierde en esta zona pero la encontramos al seguir la misma dirección. Empieza la bajada y el camino se estrecha; se confunde con un arroyuelo. Debemos buscar como guía los círculos amarillos que están pintados en los árboles o en las rocas. El camino tiene zig-zags y aumenta su pendiente. Pronto daremos con una fuente de piedra, la Fuente de Antón Ruiz de Velasco. Está al final de este tramo y al lado de una pista que se conoce por el nombre de Carretera de la República. Se atraviesa y se sigue de nuevo por la senda; de esta forma se acorta y llegamos a la misma pista mucho más abajo. Durante este trecho aparece a un lado una calzada romana. Siguiendo por la pista hacía abajo se llega a Cercedilla. El recorrido tiene alrededor de 15 kilómetros y la duración puede oscilar entre 4 y 6 horas.



El camino Schmidt nos hace sentir la emoción de la travesía por el cordal principal de Guadarrama, el de los Siete Picos. Schmidt, un montañero de origen austriaco, dio nombre a principios del siglo XX a este camino. Acabó de guarda en uno de los refugios de la Sierra. Es este un arquetipo de montañero que nos resulta evocador: el montañero que decide quedarse a vivir en la montaña.