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Desde el Mirador del Cable y por la pista que lleva hasta Sotres se llega pronto a un recodo en el que aparece a la izquierda un camino más estrecho. Se nos muestra una subida leve que se adentra en la montaña. Está señalizado y a lo largo veremos los trazos blancos y amarillos que nos servirán de guía hacia los Horcados Rojos. El camino se hace cada vez más angosto y pedregoso. A cada vuelta aparece un paisaje más bello. Al principio, la ascensión nos permite ver unos lagos. Luego, aparecen las fantásticas paredes de roca caliza de tonos grises y en ocasiones rojizos. Y los picos. Picos y penachos cubiertos de nieve. De manera imperceptible atravesamos neveros y nos vemos rodeados de mucha nieve. El camino ha desaparecido y quedan las huellas de las pisadas previas como única señal. Se llega a un collado en donde se bifurca la senda, por un lado a Peña Vieja y por otro a los Horcados Rojos. Se echa la niebla y se levanta. Y cuando se levanta se divisa a lo lejos el resplandor metálico de Cabaña Verónica. Revolotean elegantes las chovas.
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