El Camino Schmidt es fácil, dicen. Hacía tiempo que deseaba recorrer esta ruta de la Sierra de Guadarrama. En una ocasión me quedé a las puertas, la lluvia y la niebla lo impidieron. Me guarecí entonces en la Venta Arias. Un año después recorrería este camino entre Navacerrada y Cercedilla.
En realidad la excursión comienza con la sola idea de echarse al monte. Ya en Cercedilla, el tren eléctrico de montaña que nos subirá a Navacerrada anticipa la aventura. En este punto comienza la marcha a pie al lado del telesilla del Escaparate. Allí se encuentra la señal del camino que pronto se adentra en un bosque de pinos. El recorrido por este primer tramo, de subidas y bajadas suaves, se hace apacible y no presenta mayores dificultades. Se ven fuentes y arroyos; y cuando se abre el bosque se disfruta de las impresionantes cumbres de la Sierra de Guadarrama. Al final de un repecho se llega al Collado Ventoso. Aquí el bosque se aclara y aparece una pradera donde todo invita a hacer un primer descanso. La senda se pierde en esta zona pero la encontramos al seguir la misma dirección. Empieza la bajada y el camino se estrecha; se confunde con un arroyuelo. Debemos buscar como guía los círculos amarillos que están pintados en los árboles o en las rocas. El camino tiene zig-zags y aumenta su pendiente. Pronto daremos con una fuente de piedra, la Fuente de Antón Ruiz de Velasco. Está al final de este tramo y al lado de una pista que se conoce por el nombre de Carretera de la República. Se atraviesa y se sigue de nuevo por la senda; de esta forma se acorta y llegamos a la misma pista mucho más abajo. Durante este trecho aparece a un lado una calzada romana. Siguiendo por la pista hacía abajo se llega a Cercedilla. El recorrido tiene alrededor de 15 kilómetros y la duración puede oscilar entre 4 y 6 horas.
El camino Schmidt nos hace sentir la emoción de la travesía por el cordal principal de Guadarrama, el de los Siete Picos. Schmidt, un montañero de origen austriaco, dio nombre a principios del siglo XX a este camino. Acabó de guarda en uno de los refugios de la Sierra. Es este un arquetipo de montañero que nos resulta evocador: el montañero que decide quedarse a vivir en la montaña.
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